sábado, 9 de julio de 2016

El camino al Norte de México



Durante mi camino al norte de México, me impresionaron demasiadas cosas que no concordaban con lo que se decía en el sur sobre la manera de vivir de la gente en dichos lugares. Aunque mi memoria es borrosa puedo recordar varios sucesos que me hicieron re-pensar y que actualmente me tienen escribiendo sobre esto, uno especial es la importancia del cuerpo para las mujeres y los hombres que viven ahí y el mal sabor que dejó parar durante algunos minutos en un lugar llamado Ciudad Jiménez.
Recuerdo que el camino fue muy largo para llegar a parral, pero me sentí tan confundida por haber pasado por ese desierto y sentirme tan desprendida del México que había conocido durante esos 4 meses en Xalapa que casi fue la única vez que deseé volver a mi casa. En medio del desierto, por carreteras en mal estado y una que otra casa que se veía en el bus mi mente empezó a dar vueltas sobre aquellas frases que se decían en clases por parte de algunos compañeros “el norte es lo mejor de México” “en el norte todo es mejor porque está cerca de EE.UU.” “la gente del norte es más bonita”, entre muchas otras que elogiaban el lugar que me había hecho cuestionarme la ceguera que permanecía en muchos mexicanos que consideraban que la gente blanca, “güeros” y altos eran mucho mejor que el “indio” y “bajito” del sur.
Toda esta división racial, de estatus y de clase se hicieron realmente evidentes cuando llegando a Ciudad Jiménez los indígenas estaban tirados en el suelo y los blancos en camionetas altísimas con música de banda a todo volumen. Las mujeres en zapatos muy altos (tacones), cabello decolorado, muy rubio, maquillaje extravagante con grandes pestañas postizas y uñas acrílicas. Me sentí opacada y fea… ¡Claro que no! Eso no fue lo que pensé, por el contrario me interrogaba sobre el ideal de belleza imperante en estos lugares de machos y hembras, de música a todo volumen, donde la mayor aspiración para muchos es cruzar la frontera para obtener mucho dinero (esto no es una característica propia de ellos, el proceso de la migración es global y no es desconocido para la mayoría de centroamericanos).  Lo que fue grandemente sorprendente para mí era escuchar a las madres decirles a los niños cuando se veían sucios que eran “indios” que se comportaban como “indios” ¿qué era comportarse como indios? Responda usted eso mientras se tira gases delante del resto de personas. Esto sin duda demuestra que confundimos la mala educación de los padres con discriminación racial, haciendo ver sin duda que aquello diferente a nosotros es malo o feo.
Pero no se preocupen, no todo estaba tan mal en la cotidianidad del norte, había algo supremamente bien: los gimnasios, esos se llenaban mientras los cerebros se vaciaban. No los culpo, vivimos en el tercer mundo gobernados por la mercadotecnia y presidentes, alcaldes y gobernadores que nunca les ha preocupado mejorar la educación. Hemos sido los títeres de un sistema que nos ha hecho preocuparnos más por el cuerpo que por la inteligencia.

*posiblemente esta publicación continúe, pero por ahora olvido muchas cosas, en cuanto vaya recordando, lo iré añadiendo.
*no quiero que se mal entienda lo que escribo aquí, amo eternamente todo el territorio mexicano y la lucha que mantienen diariamente muchas madres, padres, hijos, hermanos, amigos, etc. Por el derecho a la igualdad y equidad en todos los ámbitos.
*no escribo esto para que se ofendan, sino para que se cuestionen muchas acciones cotidianas que están restándole valor a lo realmente importante en contextos como el mexicano.

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